Governança e compartilhamento de dados no Brasil: da informação ao data commons 

Autora: Larissa Magalhães

O Brasil tem uma longa trajetória de coleta, armazenamento, processamento e gestão de dados no setor público que foi pautada pelas reformas fiscais, democráticas, gerenciais e digitais do governo. No entanto, a governança e compartilhamento de dados são iniciativas mais recentes e que suscitam as ambições e o compromisso do governo em desenvolver de políticas, entregar de soluções e serviços ao cidadao orietando por dados.  A abordagem brasileira pode ser capturada em diferentes ciclos de governança de dados.

Durante as décadas de 1960 a 1980, o Brasil estruturou um modelo de gestão centralizada de dados públicos, com a criação de empresas estatais como SERPRO e DATAPREV. Estas organizações monopolizaram o processamento de informações governamentais, visando garantir a soberania nacional e a eficiência administrativa, especialmente em áreas como gestão financeira e tributária. O foco era voltado para a automação interna e a informatização de processos, priorizando a regulação restritiva dos dados, cujo sigilo era regra geral.

Entre os 1980 e 1990, a crise fiscal e a pressão por modernização levaram à descentralização da gestão tecnológica, com cada órgão público assumindo responsabilidade por seus próprios sistemas e dados. A terceirização de serviços começou a se expandir, e as reformas administrativas abriram caminho para a agenda de governo eletrônico. Apesar disso, o foco inicial das iniciativas era a coordenação de recursos de TI, sem estabelecer governança de dados efetiva. O sigilo fiscal estabelecido no Código Tributário Nacional continuava restringindo fortemente o acesso e a troca de dados, refletindo uma visão conservadora da gestão de dados da administração pública da época. Não havia gestão da informação institucionalizada, e as iniciativas se concentravam principalmente na implementação de sistemas de tecnologia da informação e comunicação.

Com o início do Governo Eletrônico em 2000, o Brasil buscou integrar e modernizar os serviços públicos por meio de padrões interoperabilidade (e-PING) e acessibilidadeo (e-MAG). Paralelamente, a criação do Comitê Executivo do Governo Eletrônico foi essencial para coordenar ações e normas, destacando o compartilhamento de informações como pilar do e-gov. Iniciativas governamentias ampliaram o foco no atendimento ao cidadão pela modernização e simplificação de serviços públicos. Contudo, a falta de infraestrutura tecnológica e a gestão descentralizada dos sistemas dificultaram a integração completa. A Constituição de 1988 já previa a transparência e o direito à informação pública, aprofundados pela Lei de Acesso à Informação (2011) e pelo Marco Civil da Internet (2014) introduziu normas de privacidade e proteção de dados na internet. 

A adesão à Open Government Partnership, marcou um avanço na transparência e no acesso à informação, levando à criação da Infraestrutura Nacional de Dados Abertos e de compromissos governamentais pela gestão dos dados. A governança de dados ainda não estava consolidada, mas começou a tomar forma.

A partir de 2015, com a transição para um governo digital, o compartilhamento de dados tornou-se estratégico. A Política e a Estratégia de Governança Digital enfatizaram o uso de plataformas integradas e interoperáveis, como o gov.br, para centralizar e simplificar o acesso a serviços e dados públicos. Contudo, desafios relacionados à privacidade, vigilância e transparência surgiram com a implementação de iniciativas como o Cadastro Base do Cidadão baseado no extensivo compartilhamento de dados. Por outro lado, a Lei Geral de Proteção de Dados e o Decreto 10.046/19 estabeleceram critérios mais rigorosos para a governança de dados. Mas a falta de transparência no Comitê Central de Governança de Dados exigiu intervenção do Supremo Tribunal Federal, que alinhou novas práticas de governança e exigências legais de proteção e privacidade.

Recentemente, a Estartégia Nacional de Governo Digital e o Plano Nacional de Inteligência Artificial trouxeram novas perspectivas para o uso de tecnologias emergentes, priorizando eficiência, segurança, proteção de dados, e a interoperabilidade como peça-chave na transformação digital e no compartilhamento de dados. O Governo Federal inovou, estabelecendo recomendações de gestão e governança de dados para os demais estados e municipios. Estas iniciativas, aliadas à Lei de Governo Digital, destacaram o compartilhamento de dados como peça central da transformação digital, e na sustentação da Infraestrutura Nacional de Dados Públicos. A Política de Governança de Dados que está sendo preparada pelo Governo Federal é um objetivo estratégico para colher os beneficios da inteligência artificial no setor público.

Versión en español: 

Gobernanza e intercambio de datos en Brasil: de la información al data commons

Brasil tiene una larga trayectoria en la recolección, almacenamiento, procesamiento y gestión de datos en el sector público, influenciada por las reformas fiscales, democráticas, gerenciales y digitales del gobierno. Sin embargo, la gobernanza y el intercambio de datos son iniciativas más recientes que reflejan las ambiciones y el compromiso del gobierno para desarrollar políticas, ofrecer soluciones y servicios al ciudadano basados en datos. La aproximación brasileña puede analizarse a través de diferentes ciclos de gobernanza de datos.

Entre las décadas de 1960 y 1980, Brasil estructuró un modelo de gestión centralizada de datos públicos, creando empresas estatales como SERPRO y DATAPREV. Estas organizaciones monopolizaron el procesamiento de información gubernamental con el objetivo de garantizar la soberanía nacional y la eficiencia administrativa, especialmente en áreas como la gestión financiera y tributaria. Este modelo priorizaba la automatización interna y la informatización de procesos, con un enfoque restrictivo hacia los datos, cuyo acceso estaba ampliamente limitado bajo normas de confidencialidad.

Entre las décadas de 1980 y 1990, la crisis fiscal y la presión por modernización llevaron a la descentralización de la gestión tecnológica, asignando a cada organismo público la responsabilidad sobre sus propios sistemas y datos. La tercerización de servicios comenzó a expandirse, mientras que las reformas administrativas sentaron las bases para la agenda de gobierno electrónico. No obstante, estas iniciativas iniciales se centraron en coordinar recursos de tecnología, sin establecer una gobernanza efectiva de datos. La confidencialidad fiscal establecida en el Código Tributario Nacional seguía limitando severamente el acceso y el intercambio de datos, reflejando una visión conservadora de la gestión de datos en la administración pública de la época. Aún no existía una gestión institucionalizada de la información, y las iniciativas se enfocaban principalmente en la implementación de sistemas de tecnología de la información y la comunicación.

Con el inicio del Gobierno Electrónico en el año 2000, Brasil buscó integrar y modernizar los servicios públicos mediante estándares de interoperabilidad (e-PING) y accesibilidad (e-MAG). Paralelamente, la creación del Comité Ejecutivo del Gobierno Electrónico fue crucial para coordinar acciones y normativas, destacando el intercambio de información como un pilar del e-gov. Las iniciativas gubernamentales ampliaron el enfoque hacia la atención al ciudadano a través de la modernización y simplificación de los servicios públicos. Sin embargo, la falta de infraestructura tecnológica y la gestión descentralizada de los sistemas dificultaron una integración completa. Aunque la Constitución de 1988 ya había previsto la transparencia y el derecho a la información pública, fue la Ley de Acceso a la Información (2011) y el Marco Civil de Internet (2014) los que introdujeron normas claras sobre privacidad y protección de datos en internet. La adhesión a la Alianza para el Gobierno Abierto marcó un avance en transparencia y acceso a la información, promoviendo la creación de la Infraestructura Nacional de Datos Abiertos y compromisos gubernamentales hacia la gestión de datos. Aunque la gobernanza de datos aún no estaba consolidada, comenzó a tomar forma.

A partir de 2015, con la transición hacia un gobierno digital, el intercambio de datos se volvió estratégico. La Política y la Estrategia de Gobernanza Digital enfatizaron el uso de plataformas integradas e interoperables, como gov.br, para centralizar y simplificar el acceso a servicios y datos públicos. Sin embargo, surgieron desafíos relacionados con la privacidad, la vigilancia y la transparencia en iniciativas como el Registro Base del Ciudadano, basado en el extensivo intercambio de datos. Por otro lado, la Ley General de Protección de Datos y el Decreto 10.046/19 establecieron criterios más rigurosos para la gobernanza de datos. No obstante, la falta de transparencia en el Comité Central de Gobernanza de Datos requirió la intervención del Supremo Tribunal Federal, que alineó nuevas prácticas de gobernanza con exigencias legales de protección y privacidad.

Recientemente, la Estrategia Nacional de Gobierno Digital y el Plan Nacional de Inteligencia Artificial han aportado nuevas perspectivas sobre el uso de tecnologías emergentes, priorizando la eficiencia, la seguridad, la protección de datos y la interoperabilidad como elementos clave en la transformación digital y el intercambio de datos. El gobierno federal ha innovado al establecer recomendaciones para la gestión y gobernanza de datos en estados y municipios. Estas iniciativas, junto con la Ley de Gobierno Digital, han destacado el intercambio de datos como un elemento central para la transformación digital y el fortalecimiento de la Infraestructura Nacional de Datos Públicos. La Política de Gobernanza de Datos que actualmente prepara el gobierno federal constituye un objetivo estratégico para aprovechar los beneficios de la inteligencia artificial en el sector público.